El Cónclave, empieza hoy
Por 7 Mayo, 2025El año 1978 fue definitivo para la Iglesia Católica en el continente.
El 12 de octubre estaba programada la apertura de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam), a la que denominaron Puebla, por ser la ciudad sede de su celebración.
Sólo que ese año, los católicos en el mundo tendrían tres Papas.
Pablo VI, quien falleció el 6 de agosto de 1978; el 28 de septiembre de ese año murió Juan Pablo I en un breve pontificado de unas semanas y en un Cónclave de dos días los cardenales eligieron a Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978.
Para esa fecha, se había modificado la fecha, del 12 de octubre de 1979 a enero de 1979, la III Celam y el joven Papa polaco decidió sacar a la Iglesia del Vaticano y llevarla al mundo. Para ello realizó su primera gira y fue a México con el pretexto válido de inaugurar Puebla y tener un contacto directo con las conferencias episcopales de Iberoamérica, donde había dos tendencias enfrentadas.
Una, encabezada por los Teólogos de la Liberación calificados de marxistas y promotores de la opción preferencial por los pobres incluso a través de movimientos revolucionarios y sus adversarios, católicos que se identifican con una visión conservadora y tradicional de la Iglesia, la cual enfatiza su autoridad, la doctrina social y la necesidad de un orden social jerárquico.
En uno de sus primeros mensajes, el 7 de febrero de 1979 en su Audiencia General, el Papa Juan Pablo II explicó:
“La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano es un acontecimiento sobre el que se concentra la atención de toda la Iglesia y suscita gran interés aún en ambientes extra eclesiásticos. El hecho de que ésta sea la III Conferencia testifica que su historia, aunque breve, es muy significativa y fructuosa.
“En 1955 el Papa Pío XII quiso convocar la I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano —celebrada en Río de Janeiro del 25 de julio al 4 de agosto de 1955—, para examinar los problemas religiosos que también entonces levantaban angustias agudas por el continente entero; fue como escrutar los signos de los tiempos para sacar de ellos indicaciones de caminos cada vez más idóneos hacia la renovación y nuevo vigor de la actividad apostólica de la Iglesia.
“Especialmente la escasez del clero, surgida con evidencia dramática, impulsó a buscar colaboración más estrecha a nivel continental, cuyo instrumento iba a ser un consejo representativo de todos los Episcopados nacionales. La creación del CELAM fue el resultado primero y más relevante de la Conferencia: un resultado dinámico, abierto a desarrollos que adquirieron ritmo e importancia crecientes.
“En 1968 el Papa Pablo VI, para poder adecuar mejor la misión de la Iglesia a las necesidades de América Latina a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, convocó la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín… en 1968. Objeto principal de este encuentro fue el estudio del tema: “La Iglesia en la transformación presente de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II”.
“Los detalles arriba indicados ilustran suficientemente sobre el modo cómo se ha formado y desarrollado, a lo largo de decenios, este órgano espléndido de colegialidad del Episcopado actual en el continente latinoamericano y que en este momento es el protagonista del acontecimiento denominado brevemente “Puebla”.
“Como se sabe, esta abreviación proviene del nombre de la ciudad mexicana donde se desarrolla la III Conferencia General del Episcopado latinoamericano. He tenido la gran suerte de poderla inaugurar personalmente, presidiendo la concelebración en el santuario de la Madre de Dios de Guadalupe, el sábado 27 de enero, y pronunciando un discurso el domingo 28 de enero al comenzar las sesiones en el Seminario Mayor de Puebla. De todos modos, querría llamar la atención especialmente sobre el método de trabajo y sobre el modo tan perspicaz y preciso de la preparación de la misma Conferencia”. En la III Celam se dejó fuera a la Teología de la Liberación y se empezó a trabajar por una mayor jerarquía de la Iglesia sin dejar de atender el tema de la opción por los pobres.
El Papa Francisco fue integrante de la Comisión del Episcopado Latinoamericano en la primera década del siglo, cuando fue arzobispo de Argentina, ahí mantuvo una buena relación con el poblano Víctor Sánchez Espinoza, hoy arzobispo de Puebla, y en ese entonces secretario general de la Celam.
A partir de hoy, miércoles, la Iglesia Católica entrará nuevamente en un proceso definitivo para su futuro al inaugurar el Cónclave en el que el Colegio Cardenalicio elegirá al sustituto del Papa argentino que murió apenas el pasado 21 de abril.
Ahí, en la capilla Sixtina de El Vaticano, 133 cardenales con derecho a voto tendrán la decisión de elegir al próximo Pontífice. Entrevistados muchos de ellos han coincidido en que el nuevo líder máximo de la Iglesia Católica debe tener una perspectiva de diálogo, tanto al interior como hacia otros credos religiosos y continuar las reformas impulsadas por el Papa Francisco.
Participarán en la elección los cardenales mexicanos Carlos Aguiar Retes y Francisco Robles Ortega. El nuevo Pontífice debe contar con el apoyo, responsabilidad y compromiso del Colegio Cardenalicio y evitar conflictos internos que no afecten a la Iglesia.
La esperanza católica está en un Cónclave breve y en la elección de un Papa pastor que se mantenga abierto al diálogo con las demás culturas, lo contrario pone el riesgo su influencia en sus fieles y en millones que mantienen un constante diálogo con ellos. Un Pontífice conservador que cierre a la institución consigo misma, es un riesgo latente.
Hoy empieza un proceso que atrae la mirada del mundo y llegará a su clímax cuando salga el humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina.
Por lo pronto, Puebla jamás olvidará la presencia del Papa Juan Pablo II recorriendo toda la ciudad el domingo 28 de enero de 1979, desde la caseta de San Martin Texmelucan en la autopista hasta llegar al Seminario Palafoxiano, pasando frente a la Catedral.
Como no recordar a quien fue “Siempre Fiel” y pronto designarán a otro de sus sucesores.
De las anécdotas que se cuentan
Desde 1978, los Cónclaves que eligieron a Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco no duraron más de 48 horas y se han requerido de entre 4 a 8 votaciones de los cardenales congregados en la Capilla Sixtina.
Estamos a la espera del Humo Blanco.
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*ARD
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