“El Masha”

“El Masha”

Del Reportero
Por Fernando A. Crisanto 5 Mayo, 2022

Recientemente se realizaron 9 traslados más, de internos del penal de San Miguel hacia distintos centros de readaptación federales. Entre los enviados, uno sobresale: Leonardo, “El Masha”.

Este personaje ha trabajado largamente con otro trasladado de antaño, Marco Antonio, “El Negro”

Antiguo policía en el Estado de México, “El Negro”, ha sido colaborador de Cártel Jalisco Nueva Generación y responsable operativo de algunas de las más violentas escaladas de las que se tenga memoria en el estado de Puebla.

A “El Negro” se le considera como el conector entre políticos del pasado con actores criminales, en el contexto de una guerra local entre CJNG y Zetas.

Nacido en julio de 1975, este personaje fue construyendo una red de control sobre una gran cantidad de actividades, entre las que sobresalían: narcomenudeo, venta de mercancías piratas, cobro de piso a transporte urbano, vendedores ambulantes y prostitución, robo a transporte de pasajeros y su especialidad, el robo a casa habitación.

 

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Sus colaboradores se especializaron en el control de los mercados de Xonaca, Unión, Morelos, “La Acocota”, “La Fayuca” y el cobro de piso de la 46 Poniente, recibiendo indirectamente una parte de todo el robo de autopartes en la región central del estado de Puebla, vía su responsable del tema, Vicente o Miguel Ángel, “El diablo de Analco”.

“El Negro” fue haciéndose de la capital del estado y de otros municipios a favor del CJNG, limpiando el territorio de algunas organizaciones criminales. Tuvo tiempo para controlar la ciudad, mientras los medios deliraban con “El Grillo” y su Camaro, asumiendo que éste era el dueño del crimen en la capital.

Finalmente, “El Negro” fue detenido el 28 de febrero de 2020, en las inmediaciones de la colonia La María, en condiciones sospechosas, dada su tendencia a arreglar sus problemas a balazos y que, en esa detención, cooperó mansamente.

El 27 de junio de 2020, fue enviado a un Cefereso, en un paquete de 14 criminales de alto impacto, entre los que sobresalían Óscar, “El Loco Téllez”; Eulalio, “Lalo El Michoacano” y Arturo, “El Cachibombo”.

La experiencia en esta clase de casos, documentada a lo largo y ancho del país, es que al eliminar a un dirigente criminal y no desmantelar a toda su organización, se terminará por empoderar a un adversario.

Y rematan con una advertencia, si el interés de la autoridad se concentra únicamente en inhibir liderazgos delictivos y no desmantelar a sus grupos, se obliga a que los sucesores de aquellos sean de niveles operativos o si acaso, intermedios.

La historia reciente de México está atiborrada de jefes criminales que se hicieron de la noche a la mañana y a falta de capacidad para dirigir a sus fieles, optan por una obviedad, aplicarse en la guerra a sangre y fuego.

Y de eso, hay un evidente hartazgo ciudadano.

Justamente de ese tipo de experiencias nació Nemesio Oseguera y su Cártel Jalisco Nueva Generación, a la muerte de Ignacio Coronel. O, se dio la interminable y violenta sucesión de cuadros en los Zetas tras la caída de Heriberto Lazcano. Ni qué decir de la unción de Vicente Carrillo tras la desaparición de su hermano, Amado.

“El Negro” y “El Masha” tendrán relevos.

Habrá que ver su proclividad hacia la sangre.

 

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De las anécdotas que se cuentan

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue reelegido para un segundo mandato de cinco años. Según los demóscopos, el candidato de la coalición “La República en Marcha” obtuvo alrededor del 60 por ciento de los votos.

Algunos analistas exigen demasiado a una victoria de por sí, importante, que perdió el diez por ciento respecto a las elecciones que le dieron su primera victoria en 2017, cuando obtuvo 66 por ciento de votos contra el 33 por ciento de sus eternos opositores derechistas.

Es evidente que Macron se jugó algo más que su relección. Venció a la ultraderechista Marine Le Pen, quien pese a perder, ganó.

La extrema derecha es prácticamente la segunda mayor fuerza política de Francia y eso no advierte nada de bueno.

Si Le Pen hubiera ganado, Vladimir Putin estaría echando vivas desde el Kremlin, pues de todos es sabido que Le Pen no busca otra cosa que sacar a Francia de la Unión Europea, sin omitir que en la lideresa de la ultraderecha está presente el pulso que alguna vez sostuvo su señor padre, Jean Marie, en contra de Jacques Chirac.

A Chirac le pasó lo mismo que a Macron, no ganó él, sino que perdió el radicalismo más agresivo de Francia.

Y es que como todos los populistas, ofrecen barbaridades, como abandonar a la OTAN o dejar en la calle a los indocumentados que viven en la capital mundial de la libertad.

Habrá fiesta por días a los pies de la torre Eiffel, pero no por ello hay motivos para el abandono, no solo Le Pen es la radical más poderosa de Francia, sino que el nivel de abstención es una llamada de atención: 31.3 por ciento, cifra no vista desde 1969.

El voto francés entiende el peligro del radicalismo que ofrece pesadillas a cambio de votos.

Algo habrá que aprenderles, a la hora de pensar si tiene sentido dinamitar nuestra democracia a cambio de la barbarie como resultados de una gestión pública más allá de todo fracaso.

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