La macabra historia del “cobro de piso” en CDMX de la mano de LA UNIÓN TEPITO

Así comenzó el terror del “cobro de piso” en la CdMx con LA UNIÓN TEPITO

El germen de la extorsión se prolongó por casi un año, hasta finales del 2015, cuando los medios de comunicación empezaron a ventilar el problema y las autoridades se movilizaron
Por Redacción 7 Junio, 2022

En Ciudad de México, la modalidad del “cobro” o “derecho de piso” era una actividad delictiva que no figuraba en el mapa criminal hasta hace no mucho. Conocido en Italia como “pizzo” —del siciliano pizzu (pico de ave)—, sus orígenes se remontan al siglo pasado en la región del Mezzogiorno, al sur de la península itálica.

Se trata de una especie de tasa o pago en efectivo que se desprende de una parte del porcentaje de sus ganancias, ya sea mensual o semanal, a la que están sometidos los negocios de una determinada zona (comerciantes, empresarios, locatarios) a cambio de que ciertos grupos criminales les brinden “protección”, o mejor dicho, a cambio de que no se metan con ellos, ni con sus familias o clientes.

El comienzo del “pizzo” en la capital mexicana puede atribuirse a dos factores. El primero sería la conformación en 2010 de la Unión Tepito, mediante una reunión en la que Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, pretendió unificar a todas las mafias del Barrio Bravo para proveerlas con su droga y sugerirles que incursionaran en el cobro de derecho de piso, una modalidad de delito hasta entonces no tan explotada en la capital del país.

La segunda circunstancia que propició la llegada de este nuevo virus en la megalópolis fue la masacre del Bar Heaven en mayo del 2013, donde trece personas —cinco mujeres y ocho hombres— fueron secuestradas en un establecimiento de la Zona Rosa y llevadas a un rancho en Tlalmanalco, Estado de México, donde fueron torturadas y asesinadas. El sanguinario crimen supuso la mayor matanza del narco en la Ciudad de México y una de las atrocidades más impactantes de la historia reciente.

Te puede interesar: Atrapan a tres de la Unión Tepito en la Central de Abastos de la CdMx

l mes siguiente de la matanza, el entonces procurador de la Ciudad, Rodolfo Ríos Garza, ejecutó el operativo “Blindar Tepito”, el cual consistió en el despliegue de unos 600 efectivos de la Policía de Investigación (PDI) y de la Secretaría de Seguridad Pública en varias calles del Barrio Bravo. Vigilados día y noche, los mafiosos de Tepito, acorralados, empezaron a buscar otras alternativas, además del tráfico de drogas, para menguar las pérdidas en sus ganancias que les suponía la constante vigilancia de las autoridades en su territorio.

Fue así que en 2013 los comerciantes de Plaza Meave, Plaza de la Computación y otros centros comerciales ubicados en el Eje Central Lázaro Cárdenas, comenzaron a vivir en carne propia las amenazas del crimen a cambio de una supuesta “protección” que nadie sabía bien en qué consistía. La única certeza que tenían era que todo aquel que ignoraba las nuevas “normas” corría el riesgo de ser asesinado.

Este nuevo negocio fue dando sus frutos en poco tiempo. Los narcotraficantes se acostumbraron rápidamente a los cuantiosos flujos de dinero que se movilizaban en los centros comerciales del Centro Histórico. Sin embargo, con miras a expandir aún más el negocio, comenzaron a voltear hacia otros giros que intuyeron podían ser más redituables: los restaurantes, cafés, bares y discotecas, ubicados en las zonas turísticas de la ciudad.

Lee también: Desarman al “Gordo” de la UNIÓN TEPITO; tenía en su casa armas largas, tachas y cocaína

Para junio del 2015, según consta en el libro Narco-CDMX, El Monstruo que nadie quiere ver, de editorial Grijalbo, por lo menos 15 negocios del corredor Roma-Condesa y la Zona Rosa ya tenían a un infiltrado de la mafia supervisando sus cajas registradoras para saber cuánto se vendía por día, cuánto por semana y cuánto los fines de semana, para a partir de eso exigirles un 20% de las ganancias de las ventas. El negocio más pequeño pagaba entre 5 mil y 7 mil pesos semanales, mientras que los más grandes le dejaban al cártel ganancias de 20 mil y 40 mil pesos.

Para asegurarse de que los empresarios cooperaran, mandaron varios mensajes. Uno de ellos fue el asesinato del empresario Marco Antonio Cardona, quien había alzado la voz y se había negado a pagar a sus extorsionadores. Murió acribillado la madrugada del domingo 28 de junio del 2015 en calles de la colonia Condesa. Tres asesinatos de restauranteros y dos secuestros fueron una clara muestra de que el cobro de piso iba en serio.

Un segundo factor que jugó en contra de los empresarios fue la presunta colusión de las autoridades con la mafia: “Un amigo me contó que fue a denunciar que nos estaban extorsionando. Llegó, se sentó frente a un ministerio público y empezó a contar todo, todo con pelos y señales. Media hora después de que contó todo, el que estaba escribiendo le pidió permiso para ir al baño. En ese momento le hablaron a su celular y le dijeron que si denunciaba, mataban a su familia”, dijo uno de los entrevistados a los autores del libro.

Te puede interesar: Desarticulan célula criminal de LA UNIÓN TEPITO ligada al ataque contra la banda Maskatesta

Los de Tepito se prepararon anticipadamente para golpear a los negocios de las colonias Roma, Condesa y Zona Rosa. Un mes antes de que irrumpieran en la zona secuestraron frente a unos departamentos de lujo en el Parque España a dos personas clave: el heredero de la familia Alatriste y su contador, quienes eran los arrendadores de la mayoría de los 50 antros, restaurantes y cantinas situadas en dicho sector. A cambio de dejarlos en libertad, les exigieron información valiosa sobre cada uno de los empresarios: dónde vivían, cuántos hijos tenían y dónde estudiaban, cuando pagaban al mes de renta y, sobre todo, cuánto percibían en ganancias.

El germen de la extorsión se prolongó por casi un año, hasta finales del 2015, cuando los medios de comunicación empezaron a ventilar el problema y las autoridades se movilizaron. La procuraduría capitalina encabezó un “mega operativo” en el corredor Roma-Condesa-Zona Rosa para detectar la intromisión de las mafias en la zona. A los miembros de la Unión Tepito no les quedó más alternativa que replegarse. Mudaron las extorsiones a los Mercados de La Merced, Sonora y La Viga, pero los comerciantes de ahí fueron de armas tomar y contrataron sicarios específicamente para combatir a los cobradores.

En marzo de 2017, dos presuntos extorsionadores de la Unión Tepito fueron asesinados en medio de un tumulto de gente en Plaza Meave. Un mes después ocurrió lo mismo en el mercado de Sonora. Entonces el cártel tepiteño se limitó a extorsionar a los locatarios de los puestos ambulantes del Barrio Bravo y poco a poco fueron concentrando sus fuerzas en el narcomenudeo.

Con información de Infobae

 

*BC